Por Amín Sade Amado, presidente AUZ.
Crónica de opinión, publicada en el Diario La Estrella de Iquique, el Viernes 9 de enero de 2009
La promulgación del Decreto 29.836 por parte del Ejecutivo boliviano ha sido la medida más nefasta para los empresarios que comercializan vehículos usados de la Zona Franca de Iquique.
La abrupta normativa establece prohibición para el ingreso a Bolivia de vehículos con más de cinco años de antigüedad, iniciativa que a juicio de la administración altiplánica busca modernizar el parque automotriz disminuyendo las emisiones contaminantes, el tráfico y el consumo de hidrocarburos, entre otras justificaciones.
Nadie ha pensado en el Lobby de las empresas bolivianas representantes de marcas de autos nuevos y que los importan a Bolivia a través de Chile, específicamente de nuestra Zona Franca.
¿Cómo es posible que sostengamos un sistema para facilitarles las operaciones a empresarios bolivianos que se instalan en nuestra Zona Franca y recibamos de ellos el pago de Chile? No es cierto que Chile impide el ingreso de vehículos usados a todo el territorio nacional, sólo restringe su uso en parte del territorio, incluso reglamenta el uso de ellos en el resto del país por períodos preestablecidos y públicamente conocidos.
Hemos asistido a la verborrea tradicional de nuestros políticos que en un loco afán de figuración han realizado declaraciones que no han llegado a ninguna parte que nos permitan solucionar los problemas. Mas aún, todo lo que se ha conseguido con pusilánimes intervenciones de la autoridad política y desacertadas intervenciones y conducción de quienes administran esta Zona Franca es el bloqueo de las fronteras, por quienes buscan defender sus fuentes laborales, paralizando los embarques de mercaderías de todos los empresarios instalados en la Zofri, pakistaníes, chinos, hindúes, chilenos y paradójicamente también de los bolivianos. Todos ellos hombres de negocio que apostaron a un país serio que los atrajo a crear negocios con sus respectivas fuentes de trabajo y que hoy se ven enfrentados a una situación propia de países bananeros, es decir, sin políticas estables en el tiempo. Sin regularidad en los mercados y sin autoridades que permitan creer en lo que predicamos que somos. Un día nos vieron como los Jaguares de Sudamérica. ¿Qué pasó con ello? ¿Qué pasó con ese país que prometía futuro esplendor? ¿En que estamos? ¿A dónde hemos llegado? ¿Qué nos depara el futuro con nuestros conductores? ¿Seremos el país entero un nuevo Transantiago, lleno de errores y mal conducidos?
No se trata de "agarrarse de las mechas" como se dice en buen chileno entre ambos países, sino hacer planteamientos claros y negociar como país. Hemos concedido prestaciones y por lo tanto podemos pedir reciprocidad.
De paso, el turismo se ve lesionado, pues las principales rutas de conexión no están disponibles para el tráfico de particulares en plena época estival.
Muchos nos preguntábamos si era posible que nuestras autoridades "hicieran la vista gorda" ante tamaño conflicto, sin que tuvieran alguna injerencia en alguna solución.
El tema no es menor. Son más de 30 mil vehículos usados "a la deriva"; están en riesgo unos 13 mil puestos de trabajo en Iquique; 120 empresas importadoras están pensando seriamente en emigrar a otras zonas francas que otorguen mayores garantías, beneficios y, por último, reglas claras o un marco regulatorio responsable.
Mientras nuestras autoridades toman tribuna de los hechos y esperan un milagro para Zofri, para el futuro de los importadores de vehículos usados, de los trabajadores ligados a los cambios de volante, de los mecánicos, eléctricos, camioneros, estibadores y sus familias. Como si nuestra principal palanca de desarrollo regional tuviera siete vidas o encontrara respuestas y soluciones a sus problemas por vía divina.
La promulgación del Decreto 29.836 por parte del Ejecutivo boliviano ha sido la medida más nefasta para los empresarios que comercializan vehículos usados de la Zona Franca de Iquique.
La abrupta normativa establece prohibición para el ingreso a Bolivia de vehículos con más de cinco años de antigüedad, iniciativa que a juicio de la administración altiplánica busca modernizar el parque automotriz disminuyendo las emisiones contaminantes, el tráfico y el consumo de hidrocarburos, entre otras justificaciones.
Nadie ha pensado en el Lobby de las empresas bolivianas representantes de marcas de autos nuevos y que los importan a Bolivia a través de Chile, específicamente de nuestra Zona Franca.
¿Cómo es posible que sostengamos un sistema para facilitarles las operaciones a empresarios bolivianos que se instalan en nuestra Zona Franca y recibamos de ellos el pago de Chile? No es cierto que Chile impide el ingreso de vehículos usados a todo el territorio nacional, sólo restringe su uso en parte del territorio, incluso reglamenta el uso de ellos en el resto del país por períodos preestablecidos y públicamente conocidos.
Hemos asistido a la verborrea tradicional de nuestros políticos que en un loco afán de figuración han realizado declaraciones que no han llegado a ninguna parte que nos permitan solucionar los problemas. Mas aún, todo lo que se ha conseguido con pusilánimes intervenciones de la autoridad política y desacertadas intervenciones y conducción de quienes administran esta Zona Franca es el bloqueo de las fronteras, por quienes buscan defender sus fuentes laborales, paralizando los embarques de mercaderías de todos los empresarios instalados en la Zofri, pakistaníes, chinos, hindúes, chilenos y paradójicamente también de los bolivianos. Todos ellos hombres de negocio que apostaron a un país serio que los atrajo a crear negocios con sus respectivas fuentes de trabajo y que hoy se ven enfrentados a una situación propia de países bananeros, es decir, sin políticas estables en el tiempo. Sin regularidad en los mercados y sin autoridades que permitan creer en lo que predicamos que somos. Un día nos vieron como los Jaguares de Sudamérica. ¿Qué pasó con ello? ¿Qué pasó con ese país que prometía futuro esplendor? ¿En que estamos? ¿A dónde hemos llegado? ¿Qué nos depara el futuro con nuestros conductores? ¿Seremos el país entero un nuevo Transantiago, lleno de errores y mal conducidos?
No se trata de "agarrarse de las mechas" como se dice en buen chileno entre ambos países, sino hacer planteamientos claros y negociar como país. Hemos concedido prestaciones y por lo tanto podemos pedir reciprocidad.
De paso, el turismo se ve lesionado, pues las principales rutas de conexión no están disponibles para el tráfico de particulares en plena época estival.
Muchos nos preguntábamos si era posible que nuestras autoridades "hicieran la vista gorda" ante tamaño conflicto, sin que tuvieran alguna injerencia en alguna solución.
El tema no es menor. Son más de 30 mil vehículos usados "a la deriva"; están en riesgo unos 13 mil puestos de trabajo en Iquique; 120 empresas importadoras están pensando seriamente en emigrar a otras zonas francas que otorguen mayores garantías, beneficios y, por último, reglas claras o un marco regulatorio responsable.
Mientras nuestras autoridades toman tribuna de los hechos y esperan un milagro para Zofri, para el futuro de los importadores de vehículos usados, de los trabajadores ligados a los cambios de volante, de los mecánicos, eléctricos, camioneros, estibadores y sus familias. Como si nuestra principal palanca de desarrollo regional tuviera siete vidas o encontrara respuestas y soluciones a sus problemas por vía divina.
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