martes, 27 de enero de 2009

CRISIS Y EMPLEOS

Por Leonardo Solari Alcota, director AUZ
Publicada en el diario La EStrella de Iquique, el Sábado 17 de enero de 2009


La felicidad es un bien intangible, personal, íntimo, al cual aspiramos todos los seres humanos. Es difícil lograrla plenamente, pues siempre hay uno o más aspectos en nuestra vida que impiden alcanzarla. Salud, Dinero, Amor, Empleo, el orden no importa. Lo que importa es que estas cuatro bases nos proporcionan aparentemente la tan anhelada felicidad. Cuando tenemos poco de alguna de ellas, sólo deseamos tener un poquito más, pero cuando llegamos a perder totalmente alguna de ellas, la mesa sicológica que es donde nos apoyamos, comienza a tambalear y a provocarnos un gran cambio en nuestro estado de ánimo, en el optimismo, en la confianza, en la seguridad. ¡Que decir cuando fallan dos o más! Ahí sí que estamos en un verdadero problema.
Estas reflexiones me nacen del clima psicológico que nos está invadiendo con lo que constantemente están bombardeando nuestro cerebro. Lo que nos dicen los medios de comunicación. Lo que le ha sucedido a un familiar, amigo o conocido. La disminución de la actividad comercial o porque donde trabajamos están aplicando un programa de disminución de la planta de empleados. Esta semana, sólo a nivel de prensa local, se nos informó del gran número de trabajadores que han cesado en la industria minera y los efectos en el empleo que traerá aparejado el problema surgido con la normativa boliviana para la importación de vehículos.
Quienes manejamos empresas en la Zona Franca, no podemos permitirnos que el pesimismo nos embargue y para ello debemos estrechar relaciones con nuestros empleados para afrontar en conjunto la posible situación negativa que se nos anuncia.
Hoy más que nunca debemos ser solidarios. No podemos soslayar que estamos tomando medidas para reducir los costos de explotación. Ello es básico para mantenernos de pie. Una ampolleta que se deje prendida cuando su uso no es estrictamente necesario, una radio que emite sonidos sin que nadie escuche por estar absortos en una labor, papeles o artículos de escritorio usados inconcientemente, una llave que gotea sin control, un vehículo mal manejado que aceleran cuando no se debe consumiendo mayor cantidad de bencina que la necesaria, etc. Son pequeñas grandes cosas que van provocando gastos innecesarios en una empresa. Debemos tomar conciencia de que el verdadero ahorro empieza por detener la dilapidación de los recursos, no gastar menos pero tampoco más de lo que estrictamente necesitamos para desarrollarnos, esa es una de las fórmulas esenciales para afrontar este período.
Así como la crisis tocará el bolsillo de los empresarios no podemos desconocer que también lo hará con el de los empleados y es aquí donde queremos hacer una llamado a que este ítem sea el último que se vea afectado. Debemos hacer todo tipo de sacrificios para mantener los empleos, pero debe ser un sacrificio cooperado entre empresarios y empleados. Será siempre razonable ganar todos un poco menos que porfiadamente tratan de mantener nuestros ingresos en base al sacrificio total de algunos. Los despidos deben ser el último recurso. Primero debemos intentar la readecuación de las rentas… debemos ser solidarios en el dolor.
Con este tema queremos representar que existe una real preocupación. Que participaremos en todas las instancias que se generen y en la medida que cada uno de nuestros colegas empresarios puedan contribuir en minimizar toda consecuencia adversa estaremos haciendo lo que nos corresponde de acuerdo a la responsabilidad social que como empresarios nos exigen los tiempos que estamos enfrentando.
Fuimos claros en nuestro llamado a no romper la cadena de comercialización y ahora queremos ser claros en delinear una estrategia con quienes constituyen nuestro preciado capital humano. Los momentos de crisis son tiempos para que nuestra imaginación y creatividad se exija al máximo. Invitamos a todos con quienes hemos creado y desarrollado nuestras empresas a sugerir acciones que estén destinadas a disminuir los riesgos que se nos imponen.

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